jueves, 2 de octubre de 2008

Wraith y demonio

Un artículo de Magus, publicado originalmente en el rdw, en el que comenta la relación de wraith con demonio


Leer más... Sin duda esta es la línea de juego más relacionada con Wraith: el Olvido, y en cierto sentido puede considerarse una precuela del mismo. En Demonio: la Caída, y muy especialmente en el suplemento Las Casas de los Caídos, se cuenta que los Halaku, los Verdugos, la Séptima Casa, los Ángeles de la Muerte, se desesperaron con la maldición que Dios había arrojado sobre la humanidad, condenándolos a morir. Decididos a evitar ese destino sobre la humanidad y en tanto no conseguían romper la maldición, comenzaron a elaborar medios para proteger a las almas de los humanos y evitar que fueran cosechadas por los Ángeles leales a Dios, que se las llevaban a un destino desconocido.

Con este fin primero crearon un santuario en la fortaleza de Kasdeja, sede de la Legión de Alabastro, donde el Arcángel Azrael instaló un refugio para las almas que deseaban permanecer cerca de sus seres queridos. Este santuario fue descubierto por traición y accidente, por lo que Caronte, uno de los lugartenientes de Azrael, propuso una alternativa que se convertiría en la mayor obra de los Ángeles Caídos.

Junto con los Verdugos y ángeles de otras Casas, Caronte y sus seguidores atravesaron el Velo que separaba el mundo de la sustancia y el mundo del espíritu y comenzaron su obra. Crearon un lugar en el que ocultaron a las almas de los muertos, y cuando éstas comenzaron a inquietarse lo modificaron para que reflejara los recuerdos del mundo físico y hacer más llevadera la existencia de sus protegidos. También aislaron a los muertos mediante laberintos de angustia y confusión, levantando islas sobre un mar de memoria unidas por caminos secretos. Profundizando en el vacío, Caronte levantó su ciudad y completó su obra.

Durante la Era de Babel Azrael colaboró con Asmodeo y Abbadon en la creación de los nephilim. A cambio de su colaboración pidió las almas de los nephilim que murieran. Las almas de los nephilim, en parte humanos y en parte demonios, demostraron ser especialmente adecuadas para viajar por el Velo entre el mundo de los vivos y el refugio de Caronte. Rápidamente se unieron a las filas de los Barqueros, aportando una ventaja marcial a ese grupo, que ayudó a apaciguar las preocupaciones de Caronte sobre la seguridad de su reino. Se dice que los espíritus de los nephilim eran especialmente hábiles manipulando sus cuerpos y formas y que crearon nuevos poderes que compartieron con las almas de la humanidad.

Sin embargo, el refugio de Caronte no podía durar para siempre. Finalmente la Hueste Celestial lo encontró y atacó. Con la ayuda de los nephilim y las almas de la humanidad varios ángeles fueron destruidos, pero ni siquiera eso pudo contener su avance. Varios ángeles caídos se sacrificaron mientras Caronte cortaba el Derrotero que llevaba a las profundidades de su refugio y desaparecía. Derrotados, las almas de los muertos esperaron su castigo, pero nunca llegó. Los ángeles se limitaron a capturar a los demonios y llevárselos para someterlos a la justicia de Dios y arrojarlos al Abismo. Sin embargo, Caronte y unos pocos demonios se habían ocultado en las profundidades de su refugio y no fueron encontrados.

En los siglos que duró su cautiverio los Verdugos se aislaron del resto de sus compañeros demonios merodeando cerca de los muros de su prisión, tratando de alcanzar a las almas que podían sentir. Tuvieron algo de éxito consiguiendo enviar sus impulsos más simples a los fantasmas que los rodeaban. El Abismo en el que estaban atrapados los demonios limitaba con el refugio que había construido Caronte. Algunos consiguieron enviar sus impulsos a los fantasmas que se aproximaban, pero la influencia y la angustia del Abismo parecía que fortalecía sus impulsos más oscuros, enloqueciéndolos por completo.

El Sexto Maelstrom de 1999 agrietó las paredes de la prisión de los demonios, que regresaron al mundo de los vivos y adoptaron cuerpos mortales para protegerse de la inercia que los empujaba de regreso al Abismo. Los Halaku, recordando el refugio que había construido, atravesaron nuevamente el Velo y quedaron destrozados por el devastador espectáculo que les ofrecía el Mundo Subterráneo. Las tranquilas tierras de la memoria, donde las almas de los muertos podían crecer, desarrollarse y aprender de los errores de sus vidas, se habían convertido en una pesadilla. Terribles tormentas de carne, sangre y hueso azotaban la superficie de Santuario, arrastrando almas atormentadas que trataban de aliviar su dolor destruyendo a otros. Otras almas de los muertos, atormentadas por sus fracasos en vida, se aferraban patéticamente a sus viejas vidas y como podían buscaban refugio de las tormentas en los recuerdos de las ciudades.

Para muchos Verdugos, y especialmente para los que participaron en los proyectos de Santuario, Caronte es una figura casi tan importante como el mismo Lucifer. La Séptima Casa consiguió en gran parte ocultar el hecho de su ausencia del Infierno de las demás Sebettu, ayudada por la carencia generalizada de interés que mostraban sus compañeros rebeldes por los asuntos de los Halaku. Encontrar a Caronte se ha convertido en una prioridad principal para una proporción significativa de los Verdugos que han regresado. Estos Caronistas, como son conocidos, pasan mucho tiempo entre los espíritus de los muertos recogiendo historias de él que han circulado entre las leyendas humanas y fantasmales. No podían creer en su suerte. Los fantasmas de todo el mundo occidental hablaban de Caronte, sobre su regreso tras una larga ausencia y de su valiente lucha para defender a los muertos contra unas hordas invasoras. Se parecía exactamente al mismo Caronte que habían visto por última vez luchando contra las fuerzas invasoras del Cielo.

Al principio los rumores sobre el reciente regreso de Caronte a las tierras de las sombras llenaron a los Verdugos de esperanza. ¿Era su antiguo líder libre y capaz de ayudarles? Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y los Verdugos compartían la creciente información sobre la situación actual de Santuario, descubrieron que algo le había ocurrido a Caronte y que muchos creían que había ascendido al Cielo. Esta noticia a su vez provocó alocadas esperanzas de que quizás Dios había ofrecido una oportunidad de redención a los Caídos y que la ascensión de Caronte había abierto un camino para que otros lo siguieran.

Unos pocos Verdugos sospechan que la situación no es tan sencilla o tan halagüeña. Por una parte, cuanto más descubren sobre Caronte, más parece tratarse de un fantasma mortal como cualquier otro, aunque mucho más antiguo. Ciertamente pocos de los logros que se le atribuyen parecen reflejar el poder que habría tenido si fuera el Verdugo Caronte al que siguieron durante la Guerra de la Ira. La ausencia de sus lugartenientes desaparecidos en esas historias también les preocupa. Los pocos Verdugos que se han encontrado directamente con uno de los Encadenados, incluyendo a Magdiel en Londres, han descubierto algunos rasgos familiares e incómodos entre ciertos seres que habitan en las profundidades de Santuario, de acuerdo con algunos de los fantasmas más antiguos. Bajo las tierras de las sombras, habitan criaturas monstruosas en un mar de memoria azotado por la tormenta acompañados por almas retorcidas. Unos pocos de los Verdugos caídos tienen la terrible sospecha de que estas horribles criaturas hinchadas de odio y de destrucción son los pocos rebeldes que consiguieron escapar a las profundidades de Santuario y que han cambiado completamente a lo largo de los incontables milenios que siguieron a la derrota de los Caídos. Como los Encadenados se han convertido en algo incomprensible para los Caídos y los Verdugos que se relacionan habitualmente con Santuario tienen miedo (y con buenas razones).

Un grupo de Verdugos de Grecia ha llegado a la conclusión de que su principal prioridad tras regresar a la Tierra es reparar el daño causado a Santuario. Uriminial, el Verdugo que dirige a este grupo y uno de los trabajadores de Caronte durante la guerra, cree firmemente que, siendo los ángeles que crearon las tierras de las sombras, es el deber de los Verdugos devolver la paz al Santuario caído y a las almas torturadas que habitan en él. A medida que los poderes de los Verdugos aumentan de nuevo, están consiguiendo algunos pequeños éxitos al tratar con almas individuales, pero están fallando en realizar un efecto significante sobre Santuario. Actualmente manipular la sustancia del reino que crearon de una forma permanente está más allá de la habilidad de cualquiera de los Verdugos que han escapado del Infierno. Hasta que Halaku más poderosos se liberen, no hay mucho que los Verdugos puedan hacer.

Algunos Verdugos han llegado a una preocupante conclusión: sólo existe un demonio que realmente comprenda cómo Santuario está construido y sigue desaparecido. La breve aparición de Lucifer en Los Ángeles les ha dado esperanza de que Caronte y sus lugartenientes hayan sobrevivido en algún lugar lejano y apartado del alcance del Cielo. Si los Verdugos quieren devolver orden a las tierras de los muertos azotadas por el Maelstrom, deberían encontrar a Caronte �liberarlo si es necesario- y después ayudarlo a devolver el orden a Santuario. Muchos Verdugos esperan que si Caronte escapó al juicio de Dios, todavía podría tener el poder que el resto de los Verdugos perdieron cuando fueron confinados en el Abismo.

El principal obstáculo al que se enfrentan estos Caronistas radicales es que sólo tienen una ligera pista de cuál es su refugio oculto. Mientras las fuerzas del Cielo atacaban Santuario, Caronte se encontraba creando otro nivel de realidad, uno que podría convertirse en un hogar permanente para los muertos. A partir de conversaciones con los antiguos muertos, han surgido dos posibilidades. La primera es una zona conocida como las Costas Lejanas. Esta colección de reinos casi legendaria es considerada como una especie de tierra prometida por algunos de los muertos y un lugar temido y evitado por otros. El problema de esta posibilidad es que las Costas Lejanas se encuentran en las profundidades de Santuario, más allá de la tempestad. Sin embargo el poder de los Verdugos que han regresado está aumentando y unos pocos creen que pronto podrían tener la fuerza para llevar a cabo una expedición a las profundidades de Santuario para encontrar esos lugares. Los que realicen esa misión se encontrarán en serio peligro de caer de nuevo en el Abismo, pero unos pocos Halaku, desesperados por sus intentos de ayudar a los espíritus de los muertos, consideran que no les queda elección.

La otra posibilidad está directamente unida a la preocupante sugerencia de que Caronte y sus lugartenientes se han convertido en seres extraños y peligrosos. Los fantasmas hablan de un lugar al que llaman el Laberinto, donde eran arrastrados para ser puestos a prueba en momentos de presión emocional y donde los espectros que eran consumidos por su propio odio residían en una retorcida parodia de la existencia de los demonios. La mayoría de los Verdugos que siguen esta teoría consideran que este reino posiblemente sea la parte del mundo subterráneo más cercana al Infierno, pero unos pocos se preguntan si no podría tratarse del Santuario secundario que Caronte estaba construyendo. Ningún Verdugo se ha prestado todavía voluntario para explorar un lugar que bien podría tratarse de los muros del Abismo.

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