"El Primer Punto: Imagina al líder enemigo en la gran llanura de Babilonia. Está sentado en un trono de fuego y humo, con un aspecto horrible y terrorífico.El Segundo Punto: Piensa en cómo convoca a incontables demonios enviando a algunos a una ciudad, y a otros a otra, y así llega al mundo entero, sin pasar por alto ninguna provincia, lugar, estado ni persona" San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales
Para la Sociedad de Leopoldo, el enemigo está claro. Puede ser ocultado en el mundo moderno, racionalizado, encerrado en mitologías y cuentos de hadas, o simplemente la población puede dejar de creer en él, pero es el enemigo: El anticristo. Sus fuerzas son muchas y variadas, y es precisamente para combatir a esta legión de impíos guerreros del Armagedón para lo que fue fundada la Sociedad de Leopoldo. El santo Oficio no es un mero grupo de sacerdotes o teólogos curiosos: es el protector de una cristiandad inconsciente. Sus miembros son los nuevos cruzados ¡Deus Vult! ¡Dios lo Quiere!
Leer más... La Sociedad de Leopoldo no comparte todas las creencias de su progenitor de la época medieval; en el actual mundo de ecumenismo y diversidad, ‘herejía’ no es ya una palabra alarmante para la Sociedad. Es deber de la Iglesia combatir la herejía dentro de sus filas, mientras la Sociedad de Leopoldo protege a esas filas de las maléficas influencias que podrían controlar o incluso destruir tanto a la iglesia como a la humanidad.
Resulta muy fácil decir sencillamente que la Sociedad de Leopoldo ‘teme lo que no comprende’. Es una grosera subestimación de su misión, su celo y sus motivos. La Sociedad comprende lo que necesita comprender: los vampiros nos controlan y apenas nos conceden más valor que al ganado, los hombres lobo nos aterrorizan y nos destrozan, los fantasmas nos hechizan e incluso poseen. Aunque la Sociedad tiene sus prejuicios (y qué grupo mortal no los tiene), no puede ser culpada por temer a lo sobrenatural. La Sociedad de Leopoldo debe ser recordada siempre a la luz de su misión: es la defensora del pueblo de Dios, protegiéndole de los ataques del enemigo. Los Inquisidores no luchan por terreno, ni por poder político, ni siquiera por el derecho a controlar las creencias de otros: luchan por preservar la misma alma del mundo cristiano, creado en la gloria de Dios.
La Sociedad no está cegada por la ignorancia; en todo caso, tiene puestas unas anteojeras ideológicas. Por lo demás, tiene una amplia perspectiva, con miras e la Parousia y el cumplimiento de su misión. Solo puede ser comprendida a la luz de esta misión.
Lo “sobrenatural”
El término “sobrenatural” no tiene necesariamente connotaciones negativas en la tradición católica. Lo sobrenatural es, sencillamente, lo que trasciende lo natural; los milagros, los ángeles, los sacramentos y cualquier manifestación de lo Divino que altere el orden natural de las cosas son, por tanto, sobrenaturales. Lo sobrenatural no es maligno per se; sólo lo que es sobrenatural pero no “de Dios o procedente de Dios” lo es. Cuando en el texto hablamos del apostolado y la misión del Santo Oficio de liberar al mundo de lo sobrenatural, queda implícito que lo sobrenatural en cuestión no es de Dios. La Sociedad acepta la calidad sobrenatural de lo Divino, sencillamente rechaza cualquier cosa que caiga fuera de estos parámetros.
El Corpus Maleficarum
Desde su fundación, la Sociedad ha mantenido amplios y detallados archivos acerca de sus actividades e investigaciones. Cualquier dato, rumor o información es registrado. Cada especulación e hipótesis acerca de lo sobrenatural es analizada y comparada con los hechos conocidos. Esta colección en constante crecimiento, llamada informalmente Corpus Maleficarum, ha sido la base de la ideología y los actos de la Inquisición durante los últimos siete siglos. Cierto, las observaciones y deducciones de la Sociedad de Leopoldo están un tanto condicionadas por sus prejuicios; también son algo incompletas y, en algunos casos totalmente incorrectas. Sin embargo, para una Sociedad mortal sin entrada privada en el mundo de las tinieblas, el corpus es una asombrosa compilación de búsqueda y análisis.
Canon Inquisidor
La biblioteca de la Sociedad contiene miles de obras sobre lo oculto, lo sobrenatural, la magia y la religión. Sin embargo, sólo unos pocos son considerados verdaderamente canónicos.
El Testamento de Leopoldo
El testamento de Leopoldo es el principal entre los textos de la Sociedad. Redactado en el latín de la vulgata, es una combinación de anotaciones de diario, creencias, observaciones y sermones de Leopoldo de Marnau. Está complementado por los ‘Primeros Días’, una historia de la primera década de la Sociedad escrita por Damián, un novicio dominico bajo la tutela de Leopoldo. Aunque muchas de las observaciones de Leopoldo acerca de la fisiología de diversas criaturas sobrenaturales han sido superadas por información más precisa, el testamento sigue siendo reverenciado por su claridad y su piedad. Incluye además una serie de visiones recibidas por Leopoldo, muchas de las cuales hablan de la inminente Parousia y de la última cruzada que debe ser librada. Gran parte del testamento, escrita en lenguaje simbólico, sigue desafiando los intentos de explicación.
El Malleus Maleficarum
El ‘Martillo de Brujas’, redactado por los Inquisidores dominicos Henry Kramer y James Sprenger en 1489, es un manual, sobre la técnica de la caza de brujas. Contiene mucha información sobre las mismas, y detalla con precisión el procedimiento correcto de un juicio por brujería. Gran parte de su información jurídica no es ya válida, pero sigue siendo considerado una lectura importante e influyente para todo Inquisidor.
El Compendium Maleficarum
Es una colección de escritos del monje ambrosiano Francesco Maria Guazza, describiendo la práctica y profesión de la brujería, así como las formas apropiadas de combatirla. De nuevo parte de la información ha quedado anticuada, pero sigue siendo una colección enciclopédica de sabiduría ocultista que la mayoría de los Inquisidores han leído una vez.
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